Para Sousa nos encontramos en un momento de transición paradigmática, donde las oportunidades están abiertas para construir otro tipo de racionalidad científica. Ésa es su apuesta cuando habla de una epistemología construida desde el sur. El camino que nos propone es eliminar la vieja división entre ciencias naturales y sociales, para allanar el camino hacia "un conocimiento prudente para una vida decente" (p. 40). Se trataría de construir lo que él llama una sociología de las ausencias basada en las alternativas de conocimiento que nunca llegaron a ocurrir, o en todos esos silencios o aspiraciones que el paradigma dominante ha prohibido por considerarlos como magia, superstición, o simples creencias, etc. Dicha forma de sociología requiere una epistemología de las ausencias cuya tarea central sea expandir el concepto de realidad. Aquí la referencia a Ernst Bloch es obligada: la realidad es más que el dato fáctico, es también lo imaginado y lo emergente. Con una epistemología de este tipo nos movemos no sólo en el nivel del logos, sino también en el mito. La función de la sociología de las ausencias sería expandir el concepto de realidad, centrándose en el presente antes que en el futuro, de tal manera que pueda ser subvertible la visión lineal y progresiva del tiempo. La epistemología de las ausencias vendría también a transformar nuestros conceptos tradiciones de saber e ignorancia, pues, dice Sousa, el saber y la ignorancia no son absolutos, sino que se trata de un saber y una ignorancia con respecto a algo particular.
Para traer al debate todos esos saberes ignorados u olvidados es necesario que se establezca un diálogo (pragmático) entre las diversas formas de validación de los conocimientos. No se trata de igualar todas las formas del saber al conocimiento científico, sino de ser flexibles en las formas de validez de éstos. Quizá para ciertos espacios–tiempos muy concretos sea más relevante un tipo de conocimiento enraizado en lo local, en lo histórico e incluso en lo moral; por tanto, su mecanismo de validación no tiene que responder necesariamente a los de la ciencia dominante.
Lo importante para Sousa, entonces, a partir de estas nuevas formas de concebir y hacer operativo el conocimiento, es asediar de diversas formas a la totalidad. Dicha totalidad no se ha totalizado y nunca lo hará. Siempre será una totalidad abierta y la intención del conocimiento será asediarla sabiendo sus propios límites.
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